No contentos con pasar el verano, nuestros antepasados crearon un verbo de acción para referirse a lo que hacemos durante la época más calurosa del año: veranear. En esta parte del mundo, se nos da bien el verano. Somos capaces de pararlo todo durante el mes de agosto, los niveles de exaltación de la amistad suben por los aires, también los del deseo (súmale nueve meses a agosto y ya tienes por qué somos tantos Tauro). Así que hoy voy a compartir una lista de cómo veranear:
No decir muy menudo la palabra “veranear” si no quieres crearte enemigos tontamente. Es un término que usaría una persona que habla del “número de matrimonios” con los que ha cenado hoy. Pero reconoce en silencio el orgullo que te provoca que hayamos sido, por una mísera vez, más rápidos que los anglosajones, aquellos que tienen una palabra hasta para “pasar tiempo con amigos” (hang out, chill).
Me pareció muy acertado lo que dijo Milena Busquets en esta carta: que no hay que comprar nada serio en verano. Recordarás mil veces antes la tontería que encontraste en el pueblo de turno que la adquisición de algo superior a la mitad de tus ingresos mensuales.
Búscate un look fácil, en función de cómo te sientas este año. Ya sea para desprender deseo, alegría, o marcar una barrera con el resto del mundo. Decidas lo que decidas estarás hablando de muerte o de sexo, tú eliges. Yo este año me siento atraída por una camisa blanca a la que le abrocho sólo un botón.
He incorporado un nuevo hábito que me hace sentir tremendamente adulta: llevar un neceser en el bolso que incluya mi perfume de verano (¿alguien más cambia de perfume en función de la estación? Yo tengo dos: uno para verano y otro para el resto del año), un peine de madera, crema hidratante, protector solar y gomas de pelo. El verano es un animal impredecible, nunca sabes a qué callejón te acabará llevando. Conviene que te pille con artillería en mano.
Cuando hayas vivido un día perfecto —uno con amigos, en el que te has dado al menos un beso, comida deliciosa, un café que te provoque verborrea— antes de cerrar los ojos por la noche, agradécelo. Si ha sido uno horrible, agradécelo igualmente. Hay que jugarlo cool también con quien nos escucha.
Lo más probable es que empieces las vacaciones con una carga de tensión sin igual que no te permita desconectar de nada y que te haga sentir doblemente mal por no saber hacerlo. Es de esperar que haya alguna bronca con quien compartes la vida. Tardarás varios días hasta entrar en esa vibración o quizá no la alcances en todo el verano. Puede que la notificación que te informa del tiempo que has mirado el móvil te indique que esta semana ha aumentado un 121%. ¿Pero tú no estabas de vacaciones? Lo bueno es que el verano te concede hasta el último día para hacerlo bien.
El verano no empieza cuando se inician tus vacaciones. Puedes empezar a veranear desde la ciudad, con cucarachas, sudor y asfalto caliente. Cambia cosas minúsculas: tómate el café en un lugar distinto de tu casa, vuelve a los crop tops de repente, lleva Birkenstock aunque las calles te dejen los pies negros al final del día, toma duchas congeladas, escucha cumbia. Si el verano te pilla en la unidad neonatal cuidando a tu recién nacida como me pasó a mí, hazte trenzas en el pelo, ponte una prenda que te parecería imposible llevar en medio de la sobriedad del invierno. En una palabra: hazle saber a tu cuerpo que es verano y el cuerpo veraneará.
Con tus libros de verano no tengas piedad: si no te está gustando, regálaselo al primero que veas por la calle. Déjalo en una cuneta, alguien lo recogerá. Un buen libro en verano puede hacer que te sientas bien en todo lo demás, así ya estarás veraneando. ¿Cómo saber si has dado con un buen libro o si ahí fuera hay algo mejor? Hazte esta pregunta: Durante el día, aunque estés pasándotelo bien, ¿estás deseando que llegue la noche para volver a leer? Sé un poco infiel a todo el mundo, tu libro y tú tenéis un summer fling que no va a pararlo nada ni nadie. Lo recordarás toda la vida y las revelaciones que te haya aportado te acompañarán en los momentos más duros del invierno.
Pro-tip para los del insomnio recurrente: ¡Lo de que estar expuesto a la luz del día ayuda a atenuarlo es verdad! Quédate en aquel lugar donde te crezcan las uñas muy rápido y donde duermas bien.
Si este es tu primer verano con una criatura y está siendo más duro de lo que te esperabas: lo siento muchísimo. Ellas no tienen la culpa de ser tan pequeñas ni a ti de que te hayan arrebatado tu libertad de un plumazo, de un verano para el otro. Solo puedo decirte una cosa: pasará. Y los veranos que están por venir serán más fáciles y divertidos, y en momentos fugaces llegarás a pensarte que estás con una amiga que te cae genial. Un día, cuando te hayas cortado el dedo cocinando, ella te responderá: “No pasa nada, mamá, ¡Es veranito!” Y sólo podrás darle la razón.
Pasa todo el tiempo que puedas con amigos. Puede ser cualquiera de esta lista, da igual, el verano es indulgente. Es una época para derrochar en comida, amigos, libros y quizá algún billete al paraíso (si vas a las Baleares en barco, tienes un descuento del 35% en Trasmed con el código LETISALA35). No quiero sonar dramática, pero nada nos asegura que los amigos de este verano estarán aquí el que viene. Paga la cuenta entera, acepta sus invitaciones, entrégales tu atención completa, mándales mensajes de amor aunque estén lejísimos. Pídeles que veraneen ahora que pueden, pero recuerda que no usamos esa palabra. Diles “la vida es hoy” o alguna cursilada así, pero díselo. Que no se diga que no se les avisó.
"El verano es un animal imprevisible" es un gran título para algo.
Hay veranos que se te retuercen como una culebra y acaban fatal. Un mal verano lo recuerdas siempre. Aún así, siempre deseando que sea verano.
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