Naces. Cuando te lanzas a usar la fuente Comic Sans también empiezas a estrenarte en los asuntos del querer. Resulta que no has nacido sabiéndote dormir sola pero tampoco sabiendo amar. No tienes ni idea de cómo se quiere bien. Te ocupas de desaprender ese apego no intervenido, que solo trae más dolor al primer dolor, y te atreves a penetrar el misterio de lo que debe de ser amar de forma sana.
Lees todos los libros de autoayuda y autoconocimiento, te comprometes con un terapeuta dos veces por semana, observas cómo el resto se desenvuelve sin esfuerzo en esta asignatura que tú no paras de suspender.
Conforme avanzas en tu conquista, abandonas Comic Sans. El sentimiento hacia ella muta: ahora los carteles de bares y comercios de tu ciudad que usen esta tipografía te parecerán desubicados y te harán sentir algo entre ternura y vergüenza ajena. Nadas en un mar de altanería.
Te conviertes en madre. Tener una relación sana con el hombre que un día te definirá como “la creadora de todo este tinglado” se ha convertido en tu normalidad. Pero ahora tu hija está atravesando los Terribles Dos Años y en algunas ocasiones este ser que amas más que a tu vida es capaz de pegarte, morderte, decirte las cosas más crueles en su lenguaje. Lo que le pasa se llama berrinche pero sientes que la palabra en inglés, tantrum, evoca mucho mejor los minutos terroríficos que suceden durante ese golpe de viento huracanado al que te somete.
Si decidieras no aguantar ese trato, si te pusieras a ti por delante, tal y como aprendiste a hacerlo con todos aquellos que te trataron mal, serías una madre desnaturalizada. Justo cuando empiezas a preguntarte de qué te habrá servido tanto esfuerzo en aprender a amar bien, te sorprendes volviendo a usar Comic Sans en tu cotidianidad.
Igual que pasa con las relaciones de amor tumultuosas, separarse de tu hija no es una opción que vaya a traerte paz. Cuando Machado escribió “Ni contigo ni sin ti”, ¿se lo estaba diciendo a un amor romántico o a uno de sus seis hijos al minuto que salía de su casa para emprender un viaje de trabajo?
¿Qué diferencia hay entre tu hija de dos años cuando está teniendo un berrinche y tu ex tóxico?
Pero esta segunda oleada de relación belicosa te ha pillado con herramientas: