Horas antes de la primera noche en la que conocí a P, mandé un email de despedida al hombre a quien le había dado mi corazón antes que a él. Sé que eso es tirarse flores, pero me salió una carta preciosa. Me gustó tanto que la transcribí años después en mi primer libro, sin alterar una coma. Qué le voy a hacer, una escritora no da puntada sin hilo. Hacía tiempo que ya no estábamos juntos. Con ese mensaje me despedí espiritualmente de él, de la única forma que sé hacerlo. Apreté enviar, salí de casa, y caminé por el Paseo de la Bonanova, lista y libre para entregarme a lo desconocido en una hamburguesería malísima de Sarrià.
Esa noche comenzó mi nueva vida. Fue como cambiar la cara de un vinilo al que en las primeras canciones le faltaban toplines y un buen hook. Empezaron a pasarme cosas trepidantes, descubrí nuevas emociones, una felicidad más alta, unas conversaciones más elevadas, una exigencia de belleza en la mesa y en la casa que hasta entonces me era ajena. Empecé a escribir sin parar, como cuando tenía diecisiete años. Le dediqué mis dos primeros libros a ese amor. Por él llegaron otras dos personas a mi vida que me transformarían y con los que conocería nuevos tipos de afecto.
Esta semana se cumple un año del cuestionario Magical Thinking, 30 preguntas antes de enamorarte. Pero no es sobre los inicios de lo que quiero escribir hoy.
Es tan natural componer frases sobre el amor cuando está empezando. Es como describir un aroma embriagador en una habitación nueva. Agarrar ese mismo aroma cuando llevas años viviendo en él es mucho más desafiante. Mis tres grandes maestras lo han conseguido. Han sabido clavar frases perfectas sobre una mirada, una tonalidad, una forma de girarse en el aeropuerto. Se han quedado grabadas para siempre en mi memoria literaria.
Hoy quiero escribir sobre el amor cuando ha encontrado un lugar seguro en el centro, cuando ya ha despegado y su descenso sigue siendo incierto. El momento en el que ambos desean con todas sus fuerzas que no termine jamás, conscientes de que las probabilidades juegan en su contra, pero cuyo amor sigue resistiendo la prueba del tiempo.
¿Qué pasa en ese en medio? Muchísimas cosas.