Cómo entrar a su jardín particular
Sobre por qué el small talk puede ser lo más valioso que tenemos
Cuando una es insultantemente joven es fácil pensarse que crecer es sinónimo a madurar y que madurar es equivalente a alcanzar una paz imaginada. Crecer conlleva una promesa, los días que vendrán tienen que ser más fáciles a los de ahora. Por el contrario, qué clase de timo sería el de habernos arrojado en este mundo sin nuestro permiso. Ahora que muchos años me separan de esa ingenuidad, observo que crecer es más parecido a envejecer y que envejecer se parece más a descubrirse cambiando radicalmente de opinión ante una creencia que nos parecía inmutable.
Mi opinión sobre el small talk, por ejemplo: hace un tiempo ya que me muestro absolutamente a favor de esta práctica. (Perdón por el anglicismo, la traducción que Google me ofrece es “charla” o “palique” y esas no son palabras justas para una conversación trivial que se mantiene con un vecino en el ascensor. Alternaré con “conversaciones pequeñas” a partir de esta línea.)
Ahora que es verano en estas latitudes, las conversaciones pequeñas están servidas: qué calor, no refresca ni por la noche, la semana pasada fue peor… Los de la ciudad hablarán del vacío, los de la costa del agobio, los de la montaña de las tormentas de verano.
Cuando se es muy joven y con la ambición de aportar algo al mundo de las ideas, las conversaciones pequeñas pueden ser consideradas el diálogo de los cobardes, el de los viejos o aburridos, aquellos que no saben o no quieren bajar a las aguas profundas del arte de la oratoria. También lo piensan los no tan jóvenes como Ellen deGeneres, quien afirmó: “I hate having to do small talk. I'd rather talk about deep subjects. I'd rather talk about meditation, or the world, or the trees or animals, than small, inane, you know, banter.”
Hoy, sin ningún tipo de patrocinio por parte de esta categoría de conversación, me dispongo a defenderlas con seis argumentos y a compartir técnicas para elevarla a medium talk, como diría Larry David:
En el small talk se encuentra todo lo que uno desea saber sobre el otro, sólo hay que aprender a interpretarlo. Cuánta profundidad existe, cuánta información codificada nos está dando alguien que se expresa sobre su relación con el calor, la lluvia, el frío, las vacaciones. Hay que tener millones de conversaciones pequeñas para cultivar la forma en la que procesamos esos datos mundanos y gratuitos.