Tu amor de verano ‘25
Dime qué verano deseas y te diré qué libro necesitas
¿Qué me pasa con el verano, que me trae todos los feels? Empiezo a pensar obsesivamente en la muerte, en mi infancia, en las pasiones, las altas y las bajas; las detecto claramente en el otro, ya no puedo dejar de verlas. También en los finales… ¿Cuántas parejas no superarán la prueba del primer verano juntos? Mi historial amoroso indica que el número de veces que yo superé esa prueba es equivalente al número de veces que me he casado: una.
Me gustaría ver al verano de forma inequívoca, blanca, sin conflicto, pero no es así, ningún verano lo ha sido para mí. Sería demasiado simplón decir que no me gusta esta estación. Si no me gustara, no necesitaría tanto escribir sobre ella, desgranarla, pensarme que la desenfundo de su fuerza encorsetándola con mis palabras.
En verano, ni un look me sale bien. Mi piel también se resiente. Me vuelvo incómoda y reactiva. No creo que el motivo sea solo el calor. Lo más inesperado es capaz de sumirme en una tristeza repentina. Pero también enciende algo en mí que estaba dormido. Tiene que ver con mi deseo, mi apertura de espíritu. Me abro a un misterio nuevo.
Hace ya tiempo que se juega con los términos FOMO (Fear of Missing Out) y JOMO (Joy of Missing Out). Y yo estoy absolutamente acostumbrada a vivir en un estado permanente de JOMO. Pues bien, solo recientemente estoy reencontrándome con su archienemigo, el FOMO.
Lejos de parecerme un retroceso en mi camino hacia la virtud, lo siento como un avance hacia vencer las depresiones latentes. Aunque sería más bien SOMO (Sadness of Missing Out), ya que no se trata de miedo, sino de pena. Sabes que te lo vas a perder y no te queda de otra, porque, de hecho, estás en otro plan que también te apetece bastante. Así es el verano en el Mediterráneo. El FOMO (o el SOMO) habla de nuestra capacidad de desear. Y pregúntale a Lacan qué pasa cuando no hay deseo.
Pero, en fin, hoy no quería hablar sobre esto. Te guste o no el verano, toca atravesarlo. Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que encontrándote con tu summer fling para que te quite todas las penas. En esta lista recomiendo libros sobre maternidad, amor, relaciones fraternales, y otras pulsiones importantes. Es raro esto de leer. Es una evasión chic y a la vez una forma de presencia absoluta, ¿no?
Ahí van mis recomendaciones de libros:
Si vienes de un invierno confuso y te gustaría reconciliarte con los pesares más profundos, puede que este libro sea para ti. No todas somos madres pero todas somos hijas. Este es el mejor ensayo de no ficción que he leído sobre la relación materno-filial. Creo que este libro debería ser lectura obligatoria al cumplir los treinta años: