En los últimos años se puso de moda entre unos cuantos decir que querían “Quemar el Liceo”. No se referían al Gran Teatre del Liceu que se quemó en el 94, sino a su propio colegio, el Liceo Francés de Barcelona.
Lo que querían quemar era la disciplina. Ansiaban dejar atrás esa etapa, empezar la universidad, sentirse adultos. Se regalaban CDs a los que les escribían títulos como Genuinamente Auténtico con rotulador negro permanente e incluían canciones de Simon&Garfunkel o de Air. Se estaban enseñando esos grupos por primera vez, los que vendrían más tarde no tendrían el mismo efecto. En el FIB, ciegos de LSD, lloraban en el concierto de Kings of Convenience. Eran hijos de psiquiatras con casa en Gràcia y en Cadaqués, algunos llevaban rastas en el pelo, otros vendían drogas blandas para pagarse el festival. La marihuana era la matuix, el FIB era la meca.