Es uno normal. Metálico, tamaño standard, encajado debajo del fregadero, seis años de antigüedad. La primera vez que mi hija reconoció una de las letras que componen su nombre fue con la palabra Beko, la marca del lavaplatos. Pero mentiría si dijera que es por eso, o por el hecho de que fue el primero que compré en mi vida, que este artefacto significa tanto para mí. Hay algo más:
© 2025 Leticia Sala
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