Si algún día te encuentras en una primera cita con alguien que te gusta, yo lo que te recomiendo es que no empieces preguntándole sobre su signo del zodiaco o su lugar de nacimiento, sino que vayas a bocajarro y le cuestiones sobre su relación con el dinero o con sus amigos de la infancia. Algún día, algo de ti le asustará tanto que dejará de reconocerte durante unos instantes. Mejor sacarse de encima la sorpresa cuanto antes.
Pero sobre todo no olvides preguntarle cuál es su relación con el tiempo. No te fíes demasiado de su respuesta, solo será un indicio entre otros. Hay que fijarse en cómo una persona trata el tiempo. Dice mucho de cómo nos acabará tratando.
A menudo me encuentro queriendo buscar el momento exacto en el que un determinado hecho cambió en mi vida. ¿Cuándo pasé a convertirme en adulta? ¿Cuándo me dejó de parecer sorprendente que ahora en casa viva un ser humano creado por mi útero?
Ahora siento que perseguir ese momento preciso no es tan relevante, ya que donde creo que se produce el cambio de verdad es cuando nuestra relación con el tiempo se transforma.
La mía se vio alterada desde que nació mi hija. Me tuve que enfrentar al ejercicio constante de observar la transformación, minuto tras minuto. Al amanecer me la encontraba en su cuna y no me podía creer que literalmente hubiera crecido durante la noche. Aprendió a girarse mientras yo me estaba duchando. Estos días dice “hí” para afirmar algo, y sé que mañana ya habrá aprendido a decir “sí”.
Eso ha transformado algo invisible pero enorme para mí: antes, me pensaba que cualquier cosa que yo estuviera sintiendo, ya fuera buena o mala, era para siempre. Ahora veo las etapas en bloques, un videojuego con pantallas más o menos excitantes y retantes, pero siempre abocadas a pasar a la siguiente.
A menudo me pregunto qué es lo que pensaré de estos tiempos, el bloque que está siendo este presente mío, en cinco, diez años. ¿Sentiré nostalgia, orgullo, arrepentimiento, liberación? Desde luego sé que todas mis rutinas de ahora, mis minúsculas luchas y conquistas, se habrán desvanecido.