Cosas que aprendí bailando
Bailar para no ser esclava del ritmo, bailar para que una familia funcione.
Una semana antes de cumplir treinta años escribí: “La veintena es una ventana para medirse a una misma en todas las cosas posibles. Medí hasta qué punto era capaz de trabajar en una oficina de algo que no me gustaba. Vivir deseando a que llegase el fin de semana. Medí hasta dónde podía ser capaz de actuar según viniera el juego con hombres que necesitan esa diversión para querer, concluyendo que mi capacidad era nula. Medí mi voluntad de cumplir con las promesas. Y entre otras muchas cosas, medí mi capacidad de bailar.”