Tenías catorce años y yo trece. Ya hemos doblado esa edad. Pero siempre serás el primer hombre malo. He dicho hombre y no chico ni niño ni adolescente porque eso es lo que eras para mí. Y yo tenía trece años pero te amé como una mujer, no como una niña. Te voy a contar cómo te recuerdo y que lo que hiciste estuvo mal. Me da igual que fueras tan pequeño, sigues congelado en aquel tiempo y espacio. Podré llegar a anciana y haber olvidado muchos nombres. Pero el tuyo, junto con tus dos apellidos, es uno que difícilmente sabré soltar:
© 2025 Leticia Sala
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