Hace una semana recibí un mensaje de una persona que no conozco:
Todavía hoy algo me encoge las tripas cada vez que lo releo. Creo que es la pregunta “¿Llegas a estar con tus hija a diario?”, con esa “s” involuntaria en “tus”. O quizá es la imagen de una madre primeriza con un bebé de dos meses durmiendo en sus brazos, y ella tecleando este mensaje. Tal vez es el hecho de conectar con el estado de confusión, miedo, también de esperanza y deseo de los primeros meses lo que me conmueve hoy. Intuyo que me remite a esa época de mi vida, igual de confusa, igual de deseante, buscando en mujeres anónimas las respuestas que no encontraba en la realidad.
Por eso he pensado que quizá sirva de algo compartir un Día en la Vida de una madre que escribe, o de una escritora que sostiene a una hija de tres años; no tengo claro qué debería poner primero. Quiero narrar cómo di y doy espacio al meteorito que al caer tiró cualquier idea de rutina por los aires.
Mi hija tenía un mes y un día de vida cuando apunté esta pregunta en mis notas del móvil. Hoy, la duda, lanzada tan al desnudo, me sigue desconcertando: